También hay días
en que no se me antoja ser poeta,
mejor, quizá, una bicicleta
un columpio, una farola,
tal vez, también,
el último segundo de una hora.
O ser simplemente algún sonido,
la sensación inherente
de un viento frío,
una palabra, una letra,
el murmullo que ronda la maleza,
un grano de arena,
una pestaña,
un fragmento de nada en una telaraña.
A veces soy más de lo que soy
y menos de lo que existe de mí,
a veces y en las noches
se me antoja a ratos ser todo
y nada, posiblemente sólo quiera
llegar hasta la mañana.