Desearía habernos conocido ahora
y no en aquel año terrible,
cuando no podíamos vernos,
mientras lidiaba con mis tormentos,
y tú, siendo testigo de ellos,
atravesando tu propio proceso.
El enigma de irnos conociendo
se resolvía tratando de solventar la distancia.
Desflorando nuestras dudas,
nuestros temores,
los posibles signos de repetir patrones,
pero también los deseos.
En el instante en que apareciste
no te conocí, te reconocí;
tan sólo te estaba buscando.
Te había soñado,
guiabas mis pasos
tomándome de la mano
y yo, que estaba perdido,
dejé arrastrarme al paraíso.
El sueño acabó,
pero sentía que no vi un sueño,
sino otra vida,
una vida que tuve,
una que busqué replicar despierto.
Quizás en otro lugar,
en otro tiempo,
a través de otros cuerpos,
podamos personificarlo.
No sé si la conexión fue mutua,
pero creo, que de haberlo sido,
hemos atravesado distintas vidas,
ya que te he visto en otras personas
cuando escucho la misma opinión,
los mismos gustos,
las mismas obsesiones,
y en ocasiones, la misma historia.
Reencontrarme en esos escenarios,
me hacen creer que,
a diferencia de lo ocurrido en esta vida,
en otras; el lazo continúa latente.
Al final nada sucedió.
Aquel sueño se quedó en un sueño,
y cuando te abortaste de mi vida
me cuestioné si todo había sido un engaño,
si todo había sido en vano.
Han pasado años
y no creo que sea el caso.
Ahora, que ya no soy el mismo,
que me siento mejor preparado:
no puedo tenerte.
Encontraste a alguien más,
y pese a mi tristeza,
de corazón te deseo
que espero te haga feliz,
tanto como yo quería hacerte feliz.
Sea con tu actual pareja,
o las siguientes;
jamás quiero verte sufrir.