MÍA.
He creído a veces que yo debí ser el hombre de tu vida, aquel que despertara contigo en las mañanas, que pronto se grabara tu aroma en su mejilla y ver la luz en ambos llegar por la ventana.
He creído a veces que yo te hubiera dado completamente el mundo, la vida que soñabas, el sueño de tu vida, y en verso o dos palabras, escribir tu poesía.
A mí me hubieras visto colgar del nuevo cielo, inflarte en ocho nubes las letras de tu nombre, lanzándome al vacío llenado por tu cuerpo y ver en ti las luces del mágico horizonte.
A mí me hubieras visto colgar en tus pupilas las rosas fucsias tuyas en cada amanecer, llevando hasta tus ojos los dotes de un artista que no ha aprendido nunca a amar a otra mujer.
He creído a veces que yo debí ser el hombre de tu vida, aquel que se acostara contigo por las noches, que luego se grabara tu aroma en su rodilla y ver la luz en ambos sellar lo que se esconde.
He creído a veces que yo te hubiera dado completamente el mundo, la vida que soñabas, el sueño de tu vida, y lo he creído, amada, porque sé que tú eres mía.