¿No tener la voluntad de matarme o es el miedo a la muerte?, el saber que todo quedará en negro, que la idea de ir al paraíso no es más que una mentira, una promesa para sentir alivio a la dura realidad de que el macrocosmos seguirá dando destellos infinitos mientras nuestros ojos se quedan apagados sin poder ver cómo la tierra cambia, sin terminar de ver la romántica escena de cómo la luna se va de nuestra órbita, me da esa tristeza irremediable, tal y como irremediable es el hecho de que las semillas del diente de león vuelvan al tallo después de haber soplado su blanca esfera brillante.
No haberme suicidado antes es la condena de despertar a media noche sintiéndome morir a cada instante, transpirado, tratando de sentir los pulmones llenos para darme certeza de que sigo vivo, y que aún, nada está en negro.