Era alegre,
aunque estaba rota,
era hermosa,
aunque estaba herida.
Entraba en tu cabeza sin desnudarse
sin ponerte un dedo encima,
te besaba donde los labios no llegan
y se entregaba como si no hubieran más días.
Era una niña vestida de mujer
era una mujer con cara de niña
era sensual y era ingenua
era rebelde y era sumisa.
Olía a libro nuevo y a tierra mojada
a fruta de verano y vino maduro
mezcla de calma y de locura
de tristeza y alegría.
Era fuerte y era tierna
era arte su mirada
y una fiesta su sonrisa.