Noches de Cenicienta
para la mujer marcada,
aquella que apenas piensa
en vidas iluminadas
por luceros con la luz
brillante por ser amadas.
Noches de Cenicienta
para quien sufre en volandas
el viento de la tormenta
que la sacude y la arrastra
y no alcanza a sonreír,
no hay sonrisas en su cara.
Noches de Cenicienta
para quien lleva el olvido
de quien le dijo quererla
en un engaño vacío
lleno de falsas promesas
que escondían un castigo.
Noches de Cenicienta
para mujeres que siembran
como en dura penitencia
con sus lágrimas la tierra
y sueñan, sueñan y sueñan
con ver una puerta abierta.
Noches de Cenicienta
para quien teme al amor,
para quien guarda silencio
y reprime su dolor,
para quienes van descalzas
sin zapatos de tacón.
Noches de Cenicienta
para quien llora ignorada
en una cama de nieve
que no le cubre la espalda,
donde el calor aparece
con sueños de ser amada.
Noches de Cenicienta
para quien todo es reproche,
la aurora es todo carencia,
llena la tarde de noche
y el sueño que la contempla,
de los sueños es el pobre.
Noches de Cenicienta
para todas por hermosas,
hermosas por ser mujer
y que merecen corona,
como la del cuento aquel
que termina en vencedora.