Esta violencia,
como agua de un rio,
se desborda y escabulle
por cada rincón de las calles,
de esta ciudad cansada.
a veces, en silencio
a veces, ensordecedora.
Hay un árbol
plantado por algún desconocido,
hay un árbol
que conociste desde niño,
sus raíces, aún lo sostienen.
¿Qué pasa en la cúpula de la ciudad?
como un virus
ha dejado que la violencia
destruya tus raíces de niño.
Destruya la ciudad
destruya el fruto de un árbol.
El camino del habitante
quebrado,
dolor de una herida abierta.
La historia se deshoja
como hojas de otoño
desprendidas de un cerezo
y, herido por la tala.
La memoria del habitante
se hace brisa
sobre el rio
se hace falacia,
pero cuando llega al mar
y su vida llega al final,
la causa de la violencia
es un cuchillo
que se hunde en su pasado.
El olvido de las causas
deja la memoria inconclusa,
y, perpetua tormenta.
Las causas que llevan
a la solución,
ignorarla,
es agua detenida en las manos.
La memoria sin dolor
se construye con las causas,
las manos abiertas en oración,
sobre la mesa de la cordillera
y la copa oceánica.
La paloma de la paz,
traza,
una estela de verdad y causas,
un camino pendiente.
hecho de adoquines,
y huellas del amanecer.