Cuando de niño comencé a caminar por las hermosas calles de mi querida ciudad, no imaginé en descubrir un sin número de cosas malas entre los ausentes y malos pensamientos que llegarían más tarde. Muy aparte de la vejez, la debilidad, la enfermedad, el hambre, la guerra, la miseria y los vacíos de la conciencia que de grande empezaría a conocer. Volé tan alto con mis ilusiones que no imaginé que ser adulto me haría perder la vista sobre la tierra que piso y de la que algún día seré olvidado. La vida es aún muy breve para acariciar la esperanza, y hoy cumplo un año más que aunque parezca exagerado siento que la edad me pesa como si la eternidad no fuese más que un minuto que todavía no ha cumplido la mayoría de edad. La tierra puede contarte todos mis secretos sin engaños, porque ella sabe cuánto he caminado sin mentiras a que nadie la detenga para que justifique mi existencia como un poema en un trozo de papel. Yo noto cómo me voy volviendo menos cierto, confuso disolviéndome en el aire cotidiano y roto por los puños. Y eso es muy duro tener que mover el tiempo todos los días casi cien veces por minuto como si se tratase de una divinidad moviendo los hilos para cambiar algo diferente para seguir creciendo, seguir aprendiendo, y seguir sabiendo cuál es tu lugar y que en algún determinado momento todo se acaba y que solo quedan los hermosos recuerdos que te acompañaran.
\"Quien dijo que la vida es todo color de rosa y ordenada, pensar que en esta vida puedes contemplar de todo es una locura\"