La tarde ha encendido a los faros del recuerdo y yo bebo del inefable perfume de la infancia.Aquí en el Callejón Segunda de Arteaga, hay arpegios por todas partes; pájaros invisibles que despliegan a la eterna música del ayer. Las arpas de la remembranza se encumbran por este lugar sagrado, por un vórtice que solo anida quietud.La niñez es un dios que reside en el frasco de la memoria y la memoria: el único viento que puede sostenerse en mis manos.