En la dulce miel de tus labios embriagados,
mis sentidos se pierden en un torbellino ardiente,
y la exquisitez de tu cuerpo, esculpido con arte,
cabalga entre gotas que destilan pasión.
Amor y frenesí se entrelazan con deseo,
en lo más íntimo de un beso viajero,
que nos lleva a la morada de Cupido,
donde nuestros cuerpos encuentran su refugio.
Tu piel, un lienzo de deseos y sueños,
se entrega sin reservas, sin miedos,
y en la danza lasciva de nuestras caricias,
el universo se enciende con nuestra euforia.
Como fuego que arde en la noche estrellada,
nos fundimos en un abrazo apasionado,
descubriendo en la piel el mapa secreto,
que conduce a la esencia del placer completo.
Cada gemido es un verso en este poema erótico,
cada suspiro una nota en nuestro concierto prohibido,
y en la danza del éxtasis que nos consume,
nuestros cuerpos se entrelazan en un vaivén sin rumbo.
En la sinfonía del placer desenfrenado,
nuestros corazones laten en sincronía,
y el tiempo se detiene en este instante eterno,
donde somos dos almas en comunión divina.
Así, en la pasión que nos inunda y nos guía,
nuestros cuerpos se funden y se entregan,
y en la entrega total de nuestra intimidad,
descubrimos el amor en su máxima expresión.
Que este poema erótico sea un tributo a la pasión,
una oda a los sentimientos más profundos,
que en la unión de nuestros cuerpos se celebra,
el fuego sagrado que nos une en un solo ser.