Que nada comprendí, nada sentía.
Que mirándote miro los espejos
apartado de todo lo que añoro,
insensible de todo lo aborrezco
porque vino a mi mente con tu imagen
la figura de extraño y vago aspecto.
La profunda hendidura en esa cara
me cruzaba de lleno el pensamiento,
pues la vida dispuso cicatrices,
conocía sin duda aquel señuelo.
Lo sentí, entonces supe, no sentía
calmado el corazón por el tormento
con aquel galopar intransigente
que da golpes certeros en el pecho.
©JoséLuisGalarza
Pintura de Paul Delvaux (1897-1994)