Huele a canela y vela guinda.
Mi audición y olfato me exalta de delicia,
ya que a complacencia de mi divina dama
me ha incitado a una meliflua entonación de copla.
Mi alma no congoja, ya que goza con deleite.
Y mi empática dominación exige el toque con mi lengua
a la excitación de pezón de mi delicada chica
que llama con ímpetu, a que invada la gónada
que oculta de ingle a ingle.
Y con alta dignidad me alzo a la boca
que accede a un empalago de labio a labio.
Mi mano inaudita doma el blanco pecho que gime
y mi dedo hace un ocho en la intimidad que babea
de encanto, ya que llena de dicha y vehemencia
la demencia plena de mi linda dama de fuego.