Querida vida, cuantas veces resistí tu abrazo, como el viento rodeando mi cuerpo, la brisa que quizás necesitaba para sentirme vivo.
Atado estoy a la resistencia de mi cuerpo, a la resistencia de mi mente, tan perdido del camino. Mis pies desnudos descargan 60 voltios con mi conexión a tierra.
Una sensación de que he perdido media vida sin escuchar la intuición, mi propio cielo apartado de mi, porque resistí en mis creencias, y por ello he quedado maldecido, por aguantar y resistir mis cadenas.
He resistido tanto, que me convertí en una dolorosa pena, arrepentimiento de no vivir profundamente, mi dolorosa pena.
Hay quienes mueren y al morir no entendieron nada, y yo me refugio entre las cuatro paredes que parecen blandas, como si mi prisión tuviese mil candados,pero hoy estoy aquí, atado a mi resistencia.
He puesto un poco de música ruidosa para olvidar mis penas. En mis sueños mientras camino, se desvanecen mis huellas, se raspan mis talones en el silencio de una carretera.
Caminaré por los sueños hasta que me sangren las plantas de los pies y se doblen mis rodillas de cansancio , y pondré a prueba mi maldita resistencia.