Por fin lo entiendo,
por fin,
cuando el final es comienzo,
cuando el comienzo es el fin.
Se nace para la muerte
y ella se sienta a esperar
el día de hincar el diente
al ser que perdió su suerte
y lo viene a reclamar.
Yo quiero una buena muerte,
una que no he de sufrir,
que me duerma dulcemente
y a la mañana siguiente
olvidarme de vivir.
Quisiera yo descansar
en mi mortaja de sueños
y por fin poder vagar
en paseo sin edad
por la quietud de lo eterno.
Me dolió la propia vida
y sangré sangre de fuente,
sonreí cuando dolía,
aguanté cuanto podía,
y ella misma me hizo fuerte.
Yo busco una noble muerte
aunque duro venga el sueño,
seré el agua en su corriente
y mientras huya la gente
yo la esperaré en mi entierro.
Un saludo en despedida
hay que dar solemnemente
y un adiós de bienvenida
por morir lo que es la vida
y nacer lo que es la muerte.