«Grande», te llamó un día el terreno.
Idas y vueltas de la vida bajo tu casa,
amante de un tiempo que nunca pasa.
Nadie supo callar tu voz de trueno.
Loco sin manos para ataduras o frenos,
un solo amor te rinde y tú lo abrazas:
ira del balón que su trayectoria traza,
garras que se cruzan en un beso pleno.
Incomprendida tu devoción hermosa,
baúl defendido con tu vida y altura,
un tatuaje marcado en tu corazón.
«Fútbol» en tus guantes fue otra cosa,
o nació cuando conoció tu estatura,
nadie como el loco Gianluigi Buffon.