Malaventuradas mis manos de las que siento desvanecer tu recuerdo...
malaventurada mi alma que no tiene metáforas para nombrarte...
Malaventurados todos, mi corazón y la noche...
Hoy, impotente y mudo, invoco al espíritu de Darío y de Vallejo, de Mistral y Neruda...
Que me traigan tus ojos dulces, tu canto de grillo, tus senos de pan...
Que me regale Vallejo de dolor un poco; y Darío caballitos de mar...
Que me deje Gabriela bañarme de luna,
que venga Storni conmigo a llorar...
Oh, si pudiera recordarte hoy,
un instante tan sólo...
Dónde estás ahora mi princesa azul,
a dónde tu sombra de niña?
Si acaso regresas un día, búscame en la tierra de este camposanto.
Que ya no entre nadie. Díganles que he muerto. Y que venga conmigo Alfonsina a llorar.