José Luis Galarza

Cacería del sentido

 

El trompo gira en la tierra.
Un torbellino naciente
embudo de sus palabras.
Palabras azarosas, incorruptibles.
Reunidas, conmovidas,
sacudidas, comienzan a girar.
A silbar nuestros nombres.

Nuestros nombres sacudidos
reservan un refugio en una parcela.
Remontan con el imperceptible polvo
del pensamiento dando vueltas…
y la fragilidad de los recuerdos.
El delicado tejido de las voces
recortadas del equilibrio.

Vuelve todo a girar
cuando suelto tu nombre
escondido en el bosque impenetrable
con universos latentes en el corazón.
Huyen de explicaciones las imágenes.
Percepciones huérfanas de palabras y apostolados
germinan en la libertad del bosque.
El éxtasis del bosque eriza la razón
pero en la distancia las voces corren desenfrenadas,
tal es su naturaleza
imperturbables pese a la presencia del visitante.
Impenetrables sus ojos en la espesa oscuridad.
Son criaturas temblorosas, interrogantes, en el bosque.

El visitante es todo lo que existe de pasado
en el terreno fértil de las voces,
motivo para huir por los senderos sombríos
y eróticos del bosque.
En el bosque la leña cruje
y rompe el pacto de silencio.
Las presencias visten la invisible voz,
resuena una explosión ácida en la siesta.
Reunidas en este círculo frondoso
esparcen la inquietud en la atmósfera,
sus huellas aromáticas
acortan el camino de la memoria.

Las palabras están temblando bajo los árboles.
Desconfían del paso del tiempo.

©JoséLuisGalarza
 
Pintura \"Nómades y errantes\" de Rember Yahuarcani