En esta epiquerema tan dulce como el día,
que bien cubrió tus labios de paz y de armonía
recuerdo la sonrisa que un día quise yo.
Quizá nunca te dije lo que en silencio pienso
y así, constantemente se vuelve muy intenso,
intenso como un beso que en sueño se quedó.
Tal vez sea aporía sin rumbo y sin contraste
el sueño embelesado como hace el guanacaste
al pie de toda fuente, borracho de pasión;
pues yo en esta apófansis en pie bajo la luna
le digo a las estrellas —como ella no hay ninguna—,
ninguna como ella me toca el corazón.
Samuel Dixon