Ángel Alberto Cuesta Martín

AUSENCIA

AUSENCIA

 

Armé mi añoranza en un sillón de mimbre,

mientras lento el crepúsculo armonizaba

fragancias que el día al no querer morirse

en cada segundo mas se prolongaba.

 

Los ecos se repetían invencibles,

atropellando la vasta mansedumbre

de los recuerdos que nunca acaban de irse,

y se quedan por quedarse, por costumbre.

 

Un último abrazo, un abrazo por dentro,

tratando de mitigar el sufrimiento

en el refugio de distancias pausadas.

 

Y en esa lágrima noté su presencia,

cuando la noche doliente recostaba

en mí su larga cabellera de ausencia.

 

Ángel Alberto Cuesta Martín.