Lo tomó y trincó en el suelo
sin piedad, sin condolerse,
pero ya no iba a perderse
al pasar por el riachuelo.
Sin decir qué es... ¡lo revelo!
Si en venganza iba a barrerse,
quiso en ello, desprenderse,
como especie de recelo.
Y soltarse no podía
porque el nexo era seguro.
Piense usted, el qué sería,
lo que ataron sin apuro
y al finalizar el día
volvió, más que claro… ¡oscuro!