Ayer he mirado tus labios.
Ese abismo de tu boca.
Allí donde se deslizan las frases, donde muerde el beso
Alli donde se esconde el deseo de lo tangible.
Allí en donde se pierde la brisa de gemido.
La brisa de los cuerpos.
He conocido el precioso contorno de esos labios finos, generosos.
Esos que recogen mis besos sobre la almohada al despertar.
Esos que recogen el deseo de mi piel.
En ellos se esconde tu sonrisa tras una frase.
También he conocido la duda que tienen tus miedos, convertidas en dos líneas carnosas apretadas que recogen las lágrimas de la noche.
Si.
He ido observando e imagino la suavidad que tienen esos dos pétalos que forman tu boca y que me van sumergiendo en el abismo al deseo, a la charla amigable, a las horas de confesion donde la calma se vuelve estremecimiento, donde me invitan a todo.
Si.
Ayer he observado tus labios y con ellos, he imaginado que no debe haber diferencia entre el cielo y el infierno.
LHS