Entre escapadas montañas
está el Valle de Sabero,
riega sus vegas el Esla,
lo que fue esplendor minero.
De las entrañas del suelo
se sacaba el oro negro,
procurándose el sustento
con un titánico esfuerzo.
Recuerdo ver a mi gente
entrando en ese agujero,
con ese riesgo evidente
de estar allí prisionero.
Se cumplirán treinta años
sin bajar de nuevo al pozo,
sin toser polvo en los tajos,
sin trabajar como mozo.
La transición prometida
se quedó en vanas promesas,
la ilusión está perdida,
no se crearon empresas.
El trauma social supuso
la emigración a otras Cuencas,
solo queda quien se opuso
a abandonar esas tierras.
Por todos los sepultados
bajo el carbón y las piedras
por la belleza del valle,
luchemos por su existencia.
Classman