Repetido mil veces
soy el hombre
que aparece en cada uno de mis gestos,
debería saber hasta qué punto las cosas han cambiado últimamente
para vivir de acuerdo a otras premisas
o simplemente
ser
coherente con mis sueños.
Qué difícil resulta morir frente a uno mismo revestido
de su tiempo geográfico,
olvidar
los abismos anónimos que vienen del pasado.
Mi madre convocaba a los pájaros y hablaban
un extraño lenguaje:
este niño, decían, tiene quilos de huérfano demás,
acaso sobreviva al ruido de las autopistas
y aspire a ser poeta y cualquier día
el alma se le olvide en un suspiro
pero nunca
llegará sospechar por qué los dioses pusieron
nombre de soledad a su cadáver.