Digo lo que siento,
siento lo que digo.
Mis palabras
concuerdan
con mi vida.
—parafraseando a Séneca.
Algo quedó pendiente.
Algo debió de llevarte allí,
la vida mueve sus hilos.
En la penumbra no te reconocí,
habían casi cinco años
de por medio, mucho tiempo
para que cualquier malentendido,
cualquier disonancia no se disipara.
Estaba escrito.
Alguien allá arriba estipuló
que lo que queda pendiente
debe resolverse en vida, y que la vida,
la sabia, la poderosa, ya trenzaría
con su madeja infinita la ocasión.
El tiempo allanó el terreno,
removió todos los obstáculos
para que pasara lo que tenía que pasar.
En la intimidad metálica de su coche,
herméticamente cerrado al mundo,
prendió la chispa que tenía que prender.
Aquí estamos, delante de la puerta
del Jamón, encontrándonos tras el percance,
tras que los astros y la vida pergeñaran
los labios y el afecto pendientes.
¿Dónde guarda la vida los sentimientos
que nacen y no llegan a morir del todo?
Creo —si me equivoco me corriges—
que allá en lo alto del todo debe de haber
un escriba, de esos de pluma y tintero,
que relata de antemano el guión de la vida,
y que la vida, obediente, se obstina
en reproducir cual si fuera una película.
Llámame loco, pero cada vez estoy
más convencido. Y tú Rocío ¿qué piensas?