Daniela Cortés

Llanto.

Y lloré como una niña pequeña,

lloré con dolor y sin pena,

lloré y lloré con todas mis fuerzas.

 

Le pedí a Dios por un consuelo

mientras en llanto besaba el suelo,

le pedí que no se olvidara de mí

y me permitiera seguir.

 

Lloré cada noche de noviembre,

lloré hasta que terminó diciembre.

He llorado hasta el día hoy

y sigo sin saber quién soy.

 

El llanto me abraza cada madruga,

es puntual, siempre a las 2 de la mañana

me golpea su presencia en el pecho,

dejándome el corazón desecho.

 

¿Cuántas lágrimas más he de derramar?

¿Cuándo será el día que pueda olvidar?

¿Será que Dios se olvidó de mí?

¿Será que mi vida ha llegado a su fin?

 

El llanto me perforado el alma,

estoy vacía y sin calma.

No he podido perdonar,

no he podido soltar

y es que me aferro a lo que no fue,

que no quiero ver lo que en verdad es.

 

Estoy tan cegada y perdida,

estoy tan sola…

 

me siento sola