Camino solo entre muerte,
hoy no soy nada, soy sombra
que todas las luces revierte
y que ni el abismo nombra.
Sigo senderos de escarcha,
simiente del fruto helado,
que los lobos en su marcha
vierten al vientre violado.
Huérfana de nación
que amamantó tus fronteras,
ordena que tu expansión
marquen con lutos sus fieras.
Trozos de carne ultrajada
adoquinan calles yermas,
y una ciudad es talada
por unas manos enfermas.
Madres queman crucifijos
hartas de tejer mortajas,
y de ver como sus hijos
acaban yaciendo en cajas.
Susurra el viento un estertor
sobre campos de cereales,
y hasta Europa llega un olor
a sangres y minerales.
El pueblo ya sin la voluntad,
esqueleto de ladrillo,
busca en la oscura libertad
las cenizas de algún brillo.
Resiste , ruge , reniega,
no te doblegues y aferra
la esperanza que enjalbega
la piel negra de tu tierra.