“¿Y qué hice yo para merecer tanto?” Preguntaste!
La respuesta a esa interrogante es extensa y compleja, por ello, sólo voy a concretarme a decirte esto:
Primero: me robaste un suspiro que aún conservo suspendido en una nube resguardado para que nadie pueda llevárselo.
Segundo: avivaste con paciencia a un corazón dormido y vencido por aquella soledad que dejan las heridas del desamor.
Tercero: me enseñaste a amar más allá de la distancia, por encima de la piel, sin tocarnos pero soñando despiertos.
Cuarto: fuiste cómplice en esas noches de desvelos y agonías, que en secreto atormentaban mis sueños.
Quinto: dibujaste una sonrisa nerviosa “permanente” en mi rostro, con sólo recordarte en silencio.
Sexto: entendí que al amor no se le puede cuestionar cuando sin poderlo evitar se va colando sin permiso en el alma.
Séptimo: le cambiaste la esencia a mi Poesía que ahora escribe versos que llevan tu nombre y gallardía.
No creas que esas son las únicas razones, pero las otras las guardaré para cuando pueda decírtelas en persona mirándote a los ojos.
***Omaris Redman***
Agosto 8, 2023