Alto mujer aquí no vengas a bravear,
está casa no es tuya ni mía, respeta
a la dueña. Y vienes como si la casa fuera tuya. Da coraje contigo, que ni conpras
un pan para que te lo sirvan
en la mesa, que descarada eres
merece que te hechen, bien hizo
la dueña de la casa por abusadora.
Ahora quieres que yo hablé por ti,
ni lo pienses, porque mis respetos
para ellos son una bendición
de Dios, y agradezco su hospitalidad,
y mis días son de trabajo, para que
no le falte el pan en su mesa, y así
de sencillo soy yo para ellos, sin
arrogancia y agradezco su hospitalidad
en su humilde casa.