Ambas mujeres, tanto Julieta como su mejor amiga, quedaron calladas automatizando la espera de que alguna pudiera hablar y revelar el secreto que ya se sabía entre ambas. Cuando en el embate de decir la verdad ambas callan como si fuera un silencio total y autónomo como si fuera una redención o el misterio del pecado de una mujer como lo era la suerte de la amiga de Julieta. Porque cuando al acecho de entrever la madurez de ambas era sólo una forma de creer en el respeto que se tenía una de la otra, pero, la amiga de Julieta falló en algo natural como poder decir la sola verdad impoluta de su vida junto al padre de Julieta. Cuando se aferró al deseo y más al convenio de ocultar todo como la mala costumbre sin poder expresar la única verdad impoluta. Y deseando hablar quedó por un tiempo Julieta hasta que salió a relucir que la amiga de Julieta está embarazada del padre de Julieta. Y Julieta ya lo sabía todo y su alma está en pecado muerto sintiendo en su alma un dolor sin apaciguar el tormento ni la clara luna ni al sol en el mismo cielo por donde se pasea la más de las vil tempestades. Y friolera como friolenta quedó el alma de Julieta cuando quedó en el asombro vil y atormentado de dar una sonrisa sarcástica, pero, inocua, y tan transparente, como que ya lo sabía todo. Y no dejó una mala situación para perpetrar más a fondo, sino que el tiempo caducó como expira un producto y acabó con la forma de ocultar la verdad cuando sólo se miró que el amor de su amiga con su padre era un amor en subrepticio dolor y con un amor de esos en que no calma en sosiego constante el amor de la amiga de Julieta por el padre de Julieta. Y Julieta quedó como la fría verdad cuando su amiga le confiesa todo como el mal deseo y como un sólo pecado frío. Si en el alma de Julieta quedó como la fea verdad y como el destierro de un ocaso frío como la impoluta verdad de que el silencio arde como la llama en fuego clandestino. Cuando el alma de Julieta se tornó exasperante, inocua, e indeleble como la raíz de una rosa y sin poder marchitar jamás. El insistente dolor de Julieta marcó una trascendencia autónoma de creer que con ese embarazo de su mejor amiga y siendo un hijo ilegítimo soslayó en una sola penumbra de soledad y tan amarga como el mismo sabor que se tragaba de tal forma con el silencio que arde. Cuando ocurre el frío desenfreno e intransigente como el poder ser como la doble razón y tan perdida como la cordura en deterioro. Y la madurez de estas dos mujeres sólo se entregó en forma adyacente en creer en el instinto sosegado de dar con la señal efímera con la fría verdad cuando ocurre en el tiempo una sola mala tempestad y tan fría como el mismo hielo. Y la comarca de luces de un otoño que pasa en el instinto y en la vida de Julieta con su mejor amiga y con su padre destrozando la forma de atraer que el embarazo va en pie y sin complicación alguna. Mientras que Julieta y su amiga sólo soslayó en el tiempo y en el mal deseo de envenenar el cometido de un otoño sin hojas sueltas por el mismo suelo por donde Julieta cruza pensando en ese embarazo de su mejor amiga como un sólo tormento. Cuando ocurre el deterioro pertinaz de creer en el comienzo y en el final de un todo, como un sólo cuento, al fin y al cabo, y con un final feliz. La vida de Julieta y más el alma de ésta mujer, se debió de entretejer como telaraña en la red formando seda para atrapar a sus cazas como alimento, y fue su alma que se atrapó como un terrible tormento. Cuando en el alma de Julieta y tan fría como el mismo comienzo de dar una palabra de soledad en el albergue de la razón autónoma en decidir en el mismo instante en poder creer en el trance de la verdad creyendo en el trayecto pertinaz se vio friolenta y tan frívola como el mismo instante en que recorre el otoño frío y con hojas sueltas por el mismo zaguán en que desde niña fue feliz junto a ésa mujer que hoy le da un hermano a Julieta siendo hijo del padre de Julieta. Y creó una fuente de libertad y de soledad cuando en el tiempo y más en el ocaso frío de ese atardecer fue como derribar el instinto suave y delicado de una sola alma y que atraviesa la fría calma, cuando en el desierto frío se encierra el deseo y más que eso en la decisión de dar con la única verdad de que su mejor amiga está embarazada de su padre. Y, así fue, que le expresó a su mejor amiga que ya lo sabía todo, cuando la vio amarse con su padre aquella tarde en la oficina del padre de ella. Cuando en el percance y en la facilidad de creer en la única verdad se aterró al frío y al desastre de un hechizo frío como la verdad de que el embarazo era tan real como poder haberse amado su mejor amiga con su padre. Y le confesó todo, Julieta, a su mejor amiga que vio todo desde un cristal, desde que vio de la forma más deliberada a observar el frío destino en mirar el camino como una barra de hielo y no como un tiempo sosegado de un sólo espanto. Si desde que se acometió el desenlace fatal y frío se vio atormentada Julieta y de un espanto seguro, cuando la virtud y el desenfreno soslayó en la sola penumbra. Cuando en el tiempo y en el ocaso frío pasó desapercibida por la vida, y quedó Julieta como el suave frío sintiendo en la piel un sólo desafío. Cuando en el ocaso frío se dedicó a ser fuerte como el corazón amando más a su padre y a su hermano que está por nacer, que al qué dirán y dejando el silencio que arde como la misma fuerza. Cuando en el ocaso frío de ese atardecer se sintió como el descifrar un sólo acometido en caer sobre el tejado de una nieve fría de un invierno casi totalmente esperado. Y, así fue, el silencio que arde de Julieta, aún callando en exasperación inocua con la única verdad. Y, así fue, que el deseo se aterró en la fuerza y más como la única verdad incierta de creer que está por nacer esa criatura inocente de todo y siendo el hermano de Julieta y el hijo del padre de Julieta. Cuando en el tormento insistió como el primer ocaso de esa tarde. Cuando en el desenfreno frío se sintió Julieta como el mismo ocaso frío sintiendo el desafío de creer en el tormento de dar una fuerza en el corazón. Porque cuando en el trance de la verdad se aterró fríamente en el ocaso muerto de viva voz, se advierte como la misma fuerza en trayecto efímero, pero, tan real. Y, Julieta, indeleble, pero, fríamente como el mismo hielo, se edificó el tormento y de un sólo desastre creyendo en que el deseo se aterró al desconcierto frío. Si en el tiempo y más en el ocaso frío se convirtió Julieta en una sola magia atrayendo lo más conmísero de un todo, si Julieta, marcó trascendencia autónoma en poder creer en el desierto efímero con una sola señal incierta, cuando debidamente se declaró indeleble, pero, fría como la misma tempestad fría adyacente de fríos inertes en la misma piel. Cuando en el instinto de Julieta fue un frío devastador y se dedicó en forma adyacente de un frío inerte, cuando en el ademán frío se siente como cometa de luz en el alma, pero, como un álgido porvenir. Si se aferró el deseo y más a la vida como toda una verdad fría, pero, como el tiempo y los equinoccios del año cambiando de temperaturas y de un solo tiempo. Cuando Julieta, en el tormento frío se aterró al desafío y al frío inerte, como el calor y el cálido sol en un veraniego mal desenlace y de creer en el alma derribando en el comienzo de la vida como un desastre en soledad. Si ocurrió en el tiempo una sola soledad y un sólo desastre efímero de creer en el alma muerta de Julieta. Y a Julieta se le atribuyó el silencio que arde en el mismo silencio como la llama en la hoguera o el fuego en el mismo averno. Si dentro del alma de Julieta va el tiempo y más que eso va como el mismo mal tiempo en que se cuece el alma de un fuego clandestino aferrándose a la mala osadía, pero, tan irreversible. Y en caer en el mismo destino frío y tan irreal como la misma llave que abre al corazón desierto se unificó la esencia y más el silencio que arde, cuando se da el más terrible del tiempo, cuando ocurre el desastre de luz en el alma de Julieta como en la nieve fría de un sólo invierno. Cuando en el alma de Julieta, se siente como un pasaje de ida y sin regresos, cuando en el tiempo y más en el ocaso frío, se siente como el mismo torrente de sal del mar abierto destruyendo todo y por una sola vez al mismo mundo. Si la sal del mar aviva la espera de creer que sana y cura las heridas atormentadas y con ver el cielo se derrite a todo hielo frío. Y, así fue, que Julieta amarró las fuerzas atrayendo a la vida más fortalezas que a nadie. Porque cuando su madre le interrogó por todo y por tanto desde dónde se halla su mejor amiga, Julieta le ocultó su paradero. Y le dice Julieta que está por Europa, siendo la amante de su padre y aún estando embarazada. Y Julieta con el silencio que arde cuando su fuerza y su voluntad se llenan de una llama de una fogata ardiente y tan cálida como el mismo tormento autónomo. Y por creer en el tormento venidero de un sólo porvenir se aterró al frío y al desconcierto de ver al cielo en la mañana siguiente cuando vio por el cristal de la oficina a su mejor amiga conservando con su padre. Y que está a punto de parir el hijo ilegítimo y al hermano de Julieta. Porque cuando en el intercambio frío y el calor dentro del corazón, Julieta sólo no quiso interceptar con el frío sino con el calor también. Cuando en el altercado frío se debilitó su forma de ser y cómo es su forma de ver y de observar al mundo. Porque cuando en el alma de Julieta se vio como tan fría e indeleble como el aire sosegado y de un sólo mal tiempo. Y llegó la hora de parir de la amiga de Julieta, y parió a un niño dejando el frío y el gélido mal tiempo, cuando el sosegado mal tiempo, se dedicó con el silencio que arde sobre la llama en el tiempo, y como un fuego descendente y tan cálido como el prohibido silencio quedó como llama pasajera. Y dejando un frío hálito se obtuvo una razón de ser como el mal tiempo cuando Julieta, sólo quiso ser como quiso ser. Cuando en el recelo de la mala existencia se edificó el tormento y el frío como el desastre de creer en el silencio que arde de Julieta, como al fuego o como la llama encendida de una hoguera. Y el silencio arde, como la pureza de la verdad, o como la impoluta certeza de creer en el silencio prohibido o como el hondo mar con que la sal cura las heridas crueles y tan profundas de la misma piel, pero, ese mar quedó petrificado en la espera inesperada. Y, Julieta, quiso ser como la fe infinita, pero, siendo tan bonita sólo recuerda el zaguán, lleno de soledad y de un solitario pasado, y cuando jugaba a las muñecas con su mejor amiga. Y el silencio que arde sólo quedó prohibido en el desenlace frío y tan fatal, como el haber tenido Julieta un hermano ilegítimo, y como una habladuría de la gente que nunca llegó el rumor a los oídos de la madre de Julieta.
Continuará………………………………………………………………………………………………..
Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez
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