Y seguí tus pasos…
aprendí a hablar tu idioma,
me encarné en tu piel y respiré de tu aire;
empecé a vivir entre tu mente y tus pensamientos…
Y aprendí a amarte bajo las estrellas,
en los días soleados y también en las tormentas;
fuiste el oasis esperado después de tanto desierto,
apaciguando mis ansias y llenado todos mis vacíos.
Y así…
fue como te convertiste en parte de mí;
te adheriste a mi destino como una sombra,
llenaste de luces y colores mi camino sombrío;
y estas ahí, como un centinela, cuidándome siempre.