Pareciera que las abejas han perdido sus alas
Y las nubes han partido dejando un cielo metálico
es como si las olas no regresarán dejando solo un grano de arena
y las flores ya no se pudieran deshojar
o los pájaros obturan su garganta muriendo de silencio
Un trozo de noche se nos congela en los ojos
y el aire se nos convierte en cenizas
transformando las sonrisas en llantos de cigarras
como si cayesen dolidas las estrellas
dejando mudo el horizonte
donde duermen los recuerdos
Los almanaques se han convertido en absurdos papeles
que devoran los días sin compasión ni clemencia
permitiendo el acorde imprescindible de las memorias
donde convergen los momentos, los abrazos y las fotografías
como si pudiésemos subir a la azotea del olvido
para alcanzar la inmortalidad de la presencia
Pareciera que quedamos solos, tristemente solos
como si fuésemos hojas secas llevadas por el viento
sin cantos, sin sonidos, ni palabras
con pesadas cortinas cerrando nuestros párpados
para buscar en nuestro espíritu las imágenes, las caricias
que se atesoran en recuerdos
y esperando ver ángeles batiendo sus alas
que te traigan entre nubes, entre brisas y esperanzas