El tiempo, inclemente señor,
cabalga en vientos furiosos,
yugando los hombros encorvados
de seres que a la vida muerden.
Bólido estruendoso que ruge,
avivando fogones ardientes,
donde el alma de los hombres
baila su danza desesperada.
Quizás el tiempo es juguete,
en manos del vasto cosmos,
y el universo, en su trama,
se entreteje en el telar del tiempo.
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