Raiza N. Jiménez E.
Caña Dulce.-
Ayer el viento hería mi piel, y yo pensaba en mis desvaríos.
Arrojada a la vida he estado, como muñeca de porcelana.
Esas sirven para calmar las ansias maternas y dejan vacíos.
Con ellas las niñas juegan a la vida, en una mueca vana.
El jugar al querer y al vivir, solo trae, para el alma el hastío.
Ya no quiero que nadie a mí me diga cómo he de sentir;
todo eso qué, a jirones brota, como mujer o un ser libre.
Tengo miedo de todo lo que quiera apresarme o fingir.
Mi sentir no lo puedo guardar y hace que mi alma vibre.
Soy cómo el ave que vuela libre y nunca dejará de venir.
Me angustia pensar qué quizás, ya no podré caminar,
o ir a ver la caña dulce que,mis manos han sembrado.
Forjé esperanzas, soy mi creadora, he sabido plantar:
Jazmines, lirios, rosas y girasoles que, giran, a mi lado.
De esas fantasías, sólo el amor no me viene a animar.
No temo a la muerte, ella está acá a mi lado y no se aleja.
No hay en mi existencia redes que me impidan el avanzar.
Sé que al caminar, debo evitar la arena si ella, no me deja.
Son los secretos que, esa magia divina, me lleva a hurtar,
de las flores el néctar y probar el dulzor de la lista abeja.
¡Si hay aflicción en tu vida o algo amargo, toma el dulzor;
Has de beber,el agua dulce de la caña que, calma el calor!