Oh la muerte, en quien la araña nidos arraiga,
y con su inocencia engaña nuestra frágil vida,
al cuerpo lo entorpece, lo eclipsa en la nada.
llega al que no la espera, huye de quien lo reclama,
El sendero de la expiración, es el camino de la existencia,
y por ello cuando llega el día del último viaje,
nos encuentra a bordo con un ligero equipaje,
solo seremos nada más que la penumbra proyectada del silencio.
Cuando ya no vivas el universo resonará como llovizna sobre el agua,
encerrados en una dimensión obscura a la sombra de una pared lejana;
seremos una oscura canción que nos persigue desde el pasado,
apagados cual guirnalda de pobres vegetales,
El final, implacable, traicionero, todo lo calla,
está en todo lugar, en las nubes, en el mar, en las montañas,
al fin que más necesitas: una tumba, un refugio.