J. Moz

Balada para una piedra

Todos los días, desde hace años,
al caminar por el camellón de mi cuadra,
miro esa piedra y la miro como mi amiga.

Monumento de jardinera,
silla de todos los días,
caballo, dragón, criatura dormida.

Esa piedra tan eterna y tan fugaz,
de nadie y a la vez tan mía,
¿qué sangre le corre para estar tan viva?

Escultura de los primeros tiempos,
virgen mineral en su altar de primavera.
¿Cuántas risas se han impregnado en ella?
¿Cuántas sombras la han acariciado?
¿De cuántos besos ha sido testigo?

Lleva los tatuajes del tiempo
y los secretos del viento.
¿Cuándo llegó ahí?
¿Hasta cuándo estará?

Gigante encapsulado,
lágrima de meteoro,
en tu corazón palpita
la esencia de las estrellas.