No es tu vivo recuerdo,
Tampoco el presagio naciente,
Sólo la presencia de un acuerdo,
Del amor entre una luna creciente...
Cómo el sol naciente en su frontera,
Que no deja ser dueño de tu llámame,
Escucha, tú abrazo al final vocifera,
Un mírame, un bésame o un ámame...
Pero en el fondo de mi ser pagano,
Cree en tus labios y en su verdad,
Fui pasión de acantilado en tus manos,
Amando, mirando y deseando tu suavidad...