Qué linda es la fiesta de Bernardita, la más coqueta y admirable de la villa. Brinca en aquella pista, la del baile, con la sinfónica de carisma. Puros piropos inspiran a la protagonista, aquella doncella reina de la algarabía. Un día, al Don Juan le llamó la atención, según el adinerado y el más apropiado, él tal príncipe azul. Al ritmo del amarre la llevó, hasta que la muerte los separe y en frente de Dios. Multiplicáis es la versión, mientras el primero, segundo y tercero, sin incluir al varón, que nunca engendró.
Mientras la casa es adornada con muñecas, el bienaventurado se preocupa por su herencia. Discrimina el sudor femenino, insistiendo que las uñas pintadas atraen al vividor presumido. Boches y reproches acompañan a Benardita, como si el juego de elección, estuviera presente en la gestación.
Mientras las damas tienen edad para el pica flor, Benardita ofrece el consejo merecedor. \"Si es el mejor baile que define el buen zapato, existe un charco que lo apaga de inmediato. Pregúntate el porqué vuelve a brillar dicho calzado, simplemente, soy el semblante de las joyas y diamantes, que me ha negado.\"