Me llaman el sufrido…
¡Que ignorancia temeraria!...
y tan mal intencionada.
Y a pesar de su alevosía…
no los culpo,
pues, no saben que la tristeza se hizo mi amiga...
junto con la nostalgia y su melancolía.
¿Y cómo podrían saberlo?... si la pena que me oprimía…hoy me hace compañía,
y esa soledad en donde moraba…hoy es mi refugio sagrado.
Inicuos…todos, son la mayoría,
¿cómo pueden saber de amor?... si no han vivido lo que yo he pasado,
¿cómo intentan comprender algo que no han experimentado?
Inútil imaginar un sentimiento tan extremo como el mío,
esa sensación indecible que no mata…pero que tortura,
esa sinrazón que late en el pecho como un león herido…
y que aúlla, como el lobo a la luna…en sus púrpuras noches de hastío.
Me dicen el sufrido…
tal vez por lo que escribo,
quizá por todo lo intenso de mis versos…que se desangran cual perpetuo lamento,
o seguramente, por lo expresado en cada frase… de cada poema, que inspira tu desamor indolente.
El sufrido yo,
el mal herido,
el frustrado,
el triste…el atormentado.
Mentira,
ni lo uno ni lo otro,
ni nada de lo que han inventado.
Porque el sufrido es quien odia con insistencia necia,
y yo, yo la amaba con toda el alma…hasta el mismísimo delirio.
Me llaman el sufrido,
más sin embargo…
solo he sido un trovador apasionado,
un soñador ilusionado,
un eterno enamorado…
a pesar de haber sido traicionado.