¿Por qué callan tus palabras
lo que tu mirada grita?
¿Por qué tus pasos te alejan,
si sigues aquí a mi lado?
Ruidos de tambores se oyen
y silencian lo grabado
en las piedras del castillo
que una vez edificamos
sobre un ósculo infinito
y en los secretos robados
del mar de los corazones
que el eco de los tambores
dejó en la orilla varados.
¿Por qué me vuelves la espalda
si tus manos van llorando?
¿Por qué me envenena tu alma
con tus pasos alejando?
Tambores de ruido seco
acallan lo susurrado,
lo dicho con sangre roja
del sello de enamorados
que firmado está en las rocas
del más alto acantilado,
sin temor a la tormenta
que allí mismo desafiamos
con los vientos en la cara
y el tronar de los tambores
que buscan a los amores
y a sus corazones callan.
¿Por qué se enfría la tarde
si el sol la quiere pintar?
¿Por qué no miras de frente
cuando me escuchas hablar?
Tambores que nos impiden
volver a escuchar el mar
en coro con nuestros besos
que eran de luz y de sal
y me niego a abandonarlos
aunque los quieras dejar,
porque fueron verdaderos,
porque fueron de verdad,
y aunque no puedas, yo quiero
apagar estos tambores
que niegan a los amores
que viven y no están muertos.