Antonio Martín

Suplicando el karma

 

Sentir con alegría
momentos deseados
en su cara bonita.

Hastiada en el reposo
espera con paciencia
de los demás, sus lloros.

Desprende una mirada
oscura y maliciosa
rogando un dulce karma.

Se impregna de amargura
con lágrimas que caen,
esclava de la furia.

En días de lamentos
disfruta lo indecible
con los males ajenos.

Sus nervios enloquecen
a carcajada fresca
rechinando los dientes.

¡Qué clase de verdades
tendrán estas personas
que viven sus refriegas
sin miedos en las formas!