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**~Novela Corta - El Pecado de Mujer - Parte I~**

Una mujer llamada Kiral ama apasionadamente a Ayet. Ayet en su matrimonio no es feliz, pues, su esposa era de tiempo y de un sólo destino: ir de compras. Ayet se enfada mucho con su esposa, pues, no le otorga el amor que Ayet desea. Y Ayet en su forma de creer en el amor sólo el destino lo concede cuando conoce a Kiral en el café matutino de la esquina. Cuando se aferró al desconcierto y más al deseo de envenenar el combate frío y de un desastre de creer en el combate de dar luz cierta a su propia alma y más con el fuerte latir de su propio corazón. Cuando ocurre el mal deseo de ver el cielo de una tormenta que crece en el embate de dar una sola sonrisa cuando sólo ocurre el frío. Si Ayet desea que en el porvenir incierto sea de un gran estímulo cuando ocurre la rica sensación en creer que su esposa se aferra al deseo de amar bajo el mismo techo, pero, con el mismo coraje del corazón. Cuando ocurre el deseo y lo suave de la magia queriendo borrar del mapa a todo un camino y a un sólo destino. Karil era una mujer como ninguna mujer, deseando enaltecer la virtud de mujer, sobre su propio instinto sosegado de mujer. Cuando es Karil, una mujer como nunca amando a Ayet. Ayet y Karil se conocen en una cafetería matutina, con el secreto nocturno de que Ayet tiene esposa e hijos. Karil se lleva la sorpresa de que Ayet comete el peor de los trances de su propia vida. Cuando en ese momento entre Karil y Ayet se aferran al frío y al descontento efímero de creer en el alma una sola mala infidelidad, porque cuando en el alma de luz de Karil, se formó la fría y mala sensación de ver el cielo una fría y álgida tormenta seca en el mismo cielo que devastó el frío hielo. Y sin destruir el frío ni la infidelidad que acecha a Ayet, se aferró al mal desconcierto de entrever la razón perdida de un sólo destiempo frío. Y se atormentó el frío y el calor veraniego en dar una conmísera atracción de creer en el universo frío en dar una sola verdad. Y tan fría fue la verdad cuando se amó a corazón puro y con un sólo deseo en el corazón incierto. Y Karil fue una sola mujer y tan letal con amor como el mismo principio desnudando el deseo y la vida misma. Porque cuando en el alma empieza y no termina el propio amor en el corazón entre Karil y Ayet. Si Ayet embarga el corazón de una ira y de una infiel relación cuando su mundo se aferró al deseo y al corazón de Karil. Si en el embate de dar una sola perfección se aterra el deseo y al frívolo porvenir cuando en el alma de Ayet se enfría como la misma tempestad y deseando el calor se aterra al mal deseo de envenenar lo conmísero de toda una vida. Porque en el tiempo y más en el convenio frío, se aferra al desastre de creer en el aire un clandestino mal tiempo. Porque cuando se ama de corazón se ama con la pureza del alma. Y se aterró en el ojo del huracán un tormento frío y una desventura sosegada. Cuando en el tiempo y más en el amanecer se destierra el deseo y el fuego de envenenar la insistencia autónoma en dar una sola verdad trascendental. Y Ayet se aterra al conocer a Karil en el café matutino cuando sus ojos brillan de ternura, de amor, de pasión, y de un infiel, pero, verdadero amor. Cuando en el trance de lo perfecto se vio inmortal como infiel el deseo de entrever con la única razón de querer en el alma con una sola verdad, en que su insistencia se dedicó en amar con infiel y subrepticio amor y con un dolor amando lo más tierno, a un verdadero amor. Cuando en el café matutino deseando amar con una pasión incierta, Ayet se miró al espejo, pero, no reflejó su rostro cuando en su alma quedó como la pureza innata de creer en lo perfecto de un sólo mal deseo. Cuando en el alma de Karil se edificó el alma destrozando lo acometido cuando conoce a Karil como una sola verdad en que se aterra horrorizado en el combate de creer en el alma sosegada de un sólo mal tiempo, en que la esposa de Ayet se aferró en ir a compras dejando en soledad a su esposo como el mal de los feos tiempos. Y aunque el alma se aterró al efímero deseo de creer en el mismo corazón. Cuando en el trance de la verdad se aterró al mal instinto de Ayet, cuando en el alma ocurre en el trance perfecto en dar una conmísera y mala súbita muerte de Ayet. Cuando la infidelidad arde como la pasión quemando lo amargo más deseoso de todos los tiempos. Si en el tiempo y más en el ocaso se aferró al continuo de creer en el alma templada y amando bajo las sábanas curtidas de todo un sol nuestro en el mismo cielo. Cuando en el tiempo y más en el alma se detiene o más fuerte en querer amarrar el ancla de la salvación a un deseo de esos en que el mar se pierde a la deriva como barco enredado el mismo templo de amor lo que encrudece de tiempo y mal sosiego. El tormento se dedicó en ser como el alma destrozando la manera de amar más el venidero porvenir en un camino frío como el alma queriendo atraer el frío hacia la única primavera. Cuando el alma se aterra al desafío frío como el de los tiempos fríos queriendo como un sólo corazón. Cuando en el alma se aferra al deseo efímero y más como un mal deseo en querer atraer el amor en el corazón infiel, como una fuerza en el sólo corazón cuando se ahoga y se mata el corazón como una sola verdad. Cuando en el alma se aterra en el alma una sola verdad, cuando se siente como el mismo tormento de saber en el alma con luz. Y Karil se aferró al frío como la fría verdad en que la infidelidad de Ayet se dio como la fuerza en el corazón y en el alma como la luz en el corazón. Y sintiendo en la fuerza del corazón un amor pasional con vehemencia se aterró al desconcierto, cuando en el alma se aterró al desastre frío de creer en el alma fría y al amor en el corazón infiel. Y se aterró al corazón una fuente de sensaciones y de buenos momentos cuando en el aire se percibe como una sola verdad. Y se aferró al frío desastre cuando en el alma de Ayet quiso amar como la fría verdad en que el sol brilla en el mismo cielo cuando en el alma se aferra al sin sabor de la única verdad. Y el pecado de mujer, sí, de la mujer llamada Karil, fue un amor sin conciencia ni automatizando la espera de amar, amando como toda mujer y como todo destino que se aferra al corazón de Ayet. Y se edificó en el alma un deseo y en el mal convenio y en el alma se siente como una sola verdad. Si la voluntad de Karil y Ayet se aterró al frío destrozando el convenio frío de creer el amor infiel como un todo desnudo amor. Cuando en el alma de creer en el alma impetuosa se horrorizó el alma destruyendo en el alma una sola verdad de la palabra infiel. Y, Ayet, se forzó al demostrar su dolor como una fuente de amor de esos, pero, infieles dando énfasis al mismo tormento en que se siente como tormento inocuo. Si en el alma de Ayet se horrorizó de un espanto y que lo infiel indeseado fue abrigar con el sol a la piel de Karil. Ayet en el combate de dar una sola verdad efímera se enalteció como la fuerza en su corazón vivo. Cuando en el alma de Ayet, quedó efímero el dolor de un amor como el de Karil, se alegró por tanto y por lo de ambos, un amor y una pasión como la de ambos deseando abrir el deseo y la fuerza como un sólo dolor en el alma con el desastre de creer que el instinto se aferró al desafío. Y el comienzo de esa sola relación cuando se conocen en el café matutino de la esquina, se formó un amor como el de ellos nada más, cuando en el amor pasional y vehemencia total se edificó el tormento frío de un sólo deseo. Cuando en el alma de Ayet, entristeció por todo y por tanto en el desastre de creer en el trance perdido de un sólo mal instinto por tener y poseer un amor infiel. Y de esos amores entre Karil y Ayet se enfrascó un sólo tormento cuando el frío desnudo y el alma muerta de un espanto seguro, cuando en el alma de Ayet se aferró al frío y al gélido invierno, cuando cruzó un tiempo y un mal camino cuando fue a la esquina a conocer a Karil en el café matutino en ese amanecer. Cuando en el aire y en el tiempo de una mala tormenta o de una terrible tempestad era cierta la razón perdida de un mal desenlace frío de un tiempo con un corazón amando a cuestas de la sola razón pidiendo que el tiempo se aterra al sólo desafío de un frío inerte y frívolo dejando abrir el corazón de par en par. Si en el desenlace fatal en el encuentro de ese amor pasional en el corazón se sintió frío como el invierno álgido como el mismo imperio sosegado entre los ojos y el amor a primera vista. Y fue Karil que se presenta ante Ayet, en la cafetería matutina de la esquina, por donde reside Ayet, cuando por hallar en café diurno, se llenó la forma más eficaz en conocer a Karil, y Karil a Ayet. Ayet se aferró al delirio delirante al caer como un amante infiel ante los brazos de Ayet. Cuando en el transcurso del tiempo se edificó más el tormento de amarse bajo las sábanas curtidas por el sol siniestro y cálido de un sólo amanecer. Cuando en el alma de Ayet, se enfrió el deseo frívolo automatizando la espera de unos ojos como los de Karil observando todo desde una perspectiva de un pecado de mujer, y era la mujer más deseada, más pasional, más vehemente, y más electrizante para otorgar un sólo amor. Solamente la forma de amar de Ayet, le otorgó el amor real y tan verdadero como lo que fue entregar toda la razón a cuestas de la locura infructuosa que le da el amor de Karil a Ayet. Y el desenlace frío de un acometido gélido se tornó exasperante y muy difícil de amar como el desenlace frío de otorgar la razón en locura y tortura como a nadie más. Si en el frío de la piel se convirtió como un sólo sol en la misma piel, y entre los ojos que se miran desde el fondo de la cafetería matutina de la esquina para poder amar un amor infiel como todo amor pasional y vehemente. Cuando el alma de Karil quedó atemorizada de un espanto diurno cuando los ojos se miran y se observa dentro del cálido y de un tormento frío. Y de un silencio atemorizante sólo cruzó el cálido camino de un sólo mal tiempo, cuando el tiempo llegó a atemorizar el paso silente por la cafetería matutina observando los ojos entre Karil y Ayet. Cuando el frío dolor logró atemorizar un fuerte dolor cuando en el alma quedó como lo más fuerte de un sólo mal tiempo. Porque cuando el alma de Ayet se enfrió el ocaso frío se siente como el mismo dolor fuerte esperando a que el deseo envenene la osadía fría de intervenir entre los ojos de Karil y Ayet. Y Ayet se vio friolero como intrépido fortaleciendo en el alma una sola fría verdad en que sólo quiso tener amor como el mismo deseo entre el corazón y los ojos de Karil. Los ojos de Karil se llevó el alma de Ayet destrozando la fuerza en el corazón y fungiendo con el alma y la luz entre los ojos de ambos un sólo calor. Cuando el deseo y la fuerza en el corazón de Ayet fue eterna felicidad. Si en el trance de la verdad, se aterró al desenfreno frío de saber que el desafío frío se ocultó entre el corazón y los ojos de Karil buscando el amor pasional, demencial, y vehemente entre ambos, como una fuerza en el corazón. El corazón de Karil se observó como un fuerte amor pasional, con un ímpetu desastroso de entrever el recelo de toda una vida como un frío desenlace fatal, cuando en el alma se sintió fuertemente adolorida, abatida, pero, fuerte para amar a Ayet. Cuando en el desenlace fatal se entristeció con un dolor por el amor infiel que le profesa a Karil. Y éste amor infiel fue sosegado, tenue, audaz y muy vivaz, y fue como el frío inerte como el rumbo incierto, cuando en el frío de los ojos se sintió como el invierno, pero, con un calor pasional que quedó en vehemente inerte. Cuando en el intenso calor de una sola verdad y de un sólo corazón en la fuerza del alma con la luz del ocaso del sol. Y Karil en el alma desértica se estableció de fríos frívolos cuando en el alma de Ayet se entristeció por ofrecer un amor infiel. Cuando en el alma frívola de Ayet formó un desierto frío como los ojos de Karil cuando la conoció en la cafetería matutina de la esquina, cuando lo que con fe y esperanza inocua, pero, muy trascendental ocurrió el desafío de ver en los ojos de Karil el amor pasional. Si en el desafío frío quedó inerte Ayet como friolento el desánimo en querer amarrar el amor pasional al deseo en querer un amor vehemente. Cuando en el trance de la verdad se enfrió el desenlace en conocer a ésa mujer queriendo un amor infiel. Y la infidelidad se torna exasperante, muy pasional, pero, como huella indeleble que no puede ser imborrable. Si el deseo efímero ocurrió el trance perfecto de un sólo deseo fuerte, y tan perenne, perseverante y muy trascendental, en que sólo fue un deseo convertido en pasión. Y, realmente, fue eficaz como el tormento y llenar la vida en querer amarrar el único amor pasional, deseando abrir los ojos de par en par hasta que el siniestro cálido se aterra al silencio en querer ver sus ojos delirante y querer conocer a la mujer, al pecado de mujer, la mujer que sólo desea encerrar el pecado de la infidelidad en manos desertoras de un amor fiel y leal. Y sin traiciones a primera vista, se amó, y quiso Ayet entregar cuerpo y alma, corazón y vida, pero, el deseo se atreve a descifrar lo acometido en descifrar en el amor un amor infiel. Y Ayet era el traicionero, el infiel, el inseguro, el desleal, y el pecador en una relación extramarital. Porque cuando en el alma fundió en el corazón una fuerza indeleble y eficaz que atormentó a Ayet con un sólo corazón. Porque cuando en el alma ciega, pero, muy certera, fue eficaz como el mismo lamento en que se edificó el acierto de amar bajo el mando del amor y del silencio automatizado. Y el deseo de amor quedó leal, pasional, y certero, como la doble razón en querer amar el desenlace frío y en querer amar con amor infiel, pero, con un amor real. Después de cierto tiempo, en que esa cafetería matutina se conocen, amaron con pasión, con vehemencia sin poder alterar la fiebre del amor en que comenzó la relación extramarital. Cuando en el insistente corazón, se creó en silencio automatizando la espera inesperada. Si en el desierto frío como la pureza de la verdad, se sintió como el frío desenlace de creer en el trance perfecto. Cuando se amaron en cuerpo y alma, en un frío desértico, pero, en un sólo calor como el sol en la piel dejando en un sólo bronceado. Cuando en el ocaso y en el tiempo se amaron como nunca y se quiso como a nadie, bajo las sábanas curtidas por el sol siniestro de verano, cuando al acecho y en el acierto, se edificó el mismo tormento en abrir el desenlace frío, en poder creer en el calor entre dos cuerpos. Y la luz entre los ojos de dos amores quedó en un tiempo, en que sólo la luna descendió con luz de nácar hacia la sola inmensidad del universo, dejando caer en el silencio una sola verdad. Cuando en el desierto frío con virtud de mujer quedó sola en esa habitación con el pecado de mujer derribando e inhibiendo el deseo de una mujer con el amor infiel de Ayet. Cuando un sólo desafío quedó en buenas sorpresas de vida, cuando en el sólo hecho quiso ser como el desierto frío de revivir un sólo deseo en que se dedica con tan sólo en el amor. Y queriendo amar quedó Ayet con el dolor, con el amor en subrepticio calor, cuando la pasión arde como el mismo fuego o como la misma fuerza en el mismo corazón de entrever en el recelo la vida y como un sólo tiempo en que sólo se siente, como en una triste soledad, cuando arde el fuego, o como el mismo desenlace fatal de querer revelar ese amor entre la esposa e hijos de Ayet.




Continuará……………………………………………………………………………………….                                  



Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez 

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