Sentémonos un momento en el camino
y mirémonos de frente y a los ojos,
accedamos que el sentir vaya su antojo
y digamos lo que nunca nos dijimos.
Aparquemos un momento los destinos
y juguemos al azar de aquellos sueños
que soñamos en el aire de los vientos
y que se fueron por el aire a otro sitio.
Hablemos pues con las voces transparentes,
olvidemos las cadenas que nos atan,
naveguemos por los mares imprudentes
quebrantando las fronteras que nos marcan
y tomemos un chupito de aguardiente
y brindemos por los años que amenazan.