Hay recuerdos que se quedan
como tintas indelebles;
también muchos que, por buenos,
se mantienen, nunca mueren.
Hay recuerdos sustanciales
como el agua que se bebe;
y otros tantos cariñosos
que se alojan en la mente.
Hay recuerdos con dulzuras,
como dulce son las mieles
que producen las abejas
y hacen que más los recuerdes.
Hay recuerdos muy amargos
como amargas son las hieles
y por eso al recordarlos
por dolosos más te hieren.
Hay recuerdos que se borran
al llegar atardeceres
pues se vuelan con el tiempo
cual las hojas de laureles.
Hay recuerdos en secreto
congelados como nieve
que ni el fuerte sol derrite
porque gustas que se queden.
Hay recuerdos con sonrisas
pero hay muchos, que entristecen;
hay recuerdos misteriosos
que se ocultan en las sienes.
Hay recuerdos que perversos
olvidarlos más prefieres;
hay recuerdos que por malos,
siempre, siempre te estremecen.
Hay recuerdos rezagados
del pasado en el presente
que es de sabios recordarlos
si peligros te previenen.
Hay recuerdos que son viejos
y por viejos más se quieren;
pero muchos son muy nuevos
como los amaneceres.
Los recuerdos son lecciones
que en la vida se retienen.
Son como el abecedario
que de niño tú lo aprendes.
Los recuerdos son nostalgias
de los años que no vuelven
pues el tiempo va de prisa
y jamás él se detiene.
Los recuerdos son historias
fracturadas en la mente
que se van desvaneciendo
por completo, con la muerte.