Fueron tus retóricas que nacieron
en los trances las que tétricamente
conforman un himno de hermosura,
en el que los reveses de la añoranza
se trasforman en progresos
de eternidades en la esperanza.
En tu tálamo déjame recostarme
desde el alba hasta el ocaso... que presiento
que en tus sueños forjo sabrosuras
a partir de tu arte en el valle de mi soledad.
Tú y tu filosofía son tan atrevidas,
y tu espiritualidad además...
en vez de hacerme mal
percibo que me hace tanto bien.
Etérea eres, porque con destreza
te introduces ávidamente en cada alma
que afana y espera con mansedumbre
hallar en tus cánticos el sosiego...