Tengo el triste resentimiento de verte viajar,
vuelas liviano, en la revestidura joven.
Entre los cerros y raíces que te corroen,
no te pesan los años al caminar.
Impasible a mi presencia, tu descansas.
Te toco la tierra llamando a despertar.
No te pesan mis manos prisioneras que te ruegan,
tu descansas y al pasar, mis pies en tu vereda,
el sitio que dejaste está vacío de tu mirar.
A primera hora del día el sol te ilumina,
y tú rodeas la sombra de la agonía
con una sonrisa servicial de descanso, sumisa,
y esa brisa de melancolía me canta al oído tu risa.
Tu caminar lento aletargado, viaja lejos.
Vuelas liviano, en tu revestidura joven.
No te pesa mi llanto que te riega,
tu descansas, con sosiego,
mientras mis lagrimas se gastan y te humedecen
en otro plano.