En esas tierras cálidas de Lagunillas.
Dicen los caminantes, hay un Señor.
Que con su verbo las Damas humilla,
Más aún, a las doncellas y su candor.
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Anduvo regalando flores de rodilla.
No entendió,qué era eso, del pudor.
Él se pasea orondo con su mezclilla
y Ellas intentan ocultarles su rubor.
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Más, ahora, acendra ese raro anhelo
de raptarse a la más bella damisela,
para llevársela a vivir en su casucha.
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Porfiado para amarla plantó un duelo,
Así mismo, un largo traje de bella tela,
con un fajo de plata y ésta era mucha.