En el mapa de mi ser, escondido en su vastedad, Un reloj de arena marca el ritmo, tan fugaz como el viento en libertad. Cada grano es un momento, una historia que contar, Un susurro de lo que fue, de lo que aún está por llegar.
Navego en el río del tiempo, con brújula de reflexión, Guiado por las constelaciones del pasado, bajo el sol de la razón. Un pergamino de memorias, trazado con tinta de experiencia, Viaja entre los siglos, siendo testigo de nuestra esencia.
El ahora es un instante, un punto en la inmensidad, Pero cada segundo vivido, trae consigo su verdad. Las decisiones, como mariposas, revolotean en el presente, Cada elección, una senda, un futuro latente.
El tiempo es un maestro, silente y sin favoritismos, Nos enseña a valorar, a aprender de los abismos. El presente se convierte en jardín, donde brotan acciones, Cada hoja es un día, cada árbol, nuestras pasiones.
Y así, en el fluir de los días, mi ser se sumerge en la odisea, Por ríos de instantes y montañas de idea. Cada amanecer nos acerca a lo desconocido, En el cosmos del tiempo, hallamos un destino elegido.
En la búsqueda de sentido, de propósito y de ser, El viaje del tiempo se torna en saber, Una sinfonía de ecos, de risas y llanto, Una danza que nos recuerda, que el tiempo es nuestro encanto.