Cosmos de dolor,
vivimos aferrados a la ilusión
de una sonrisa impersonal;
el humo barato se enreda
en nuestras bocas,
amarga soledad de las palabras,
cruel opresión de las estrellas.
Los orbes giran en llanto
y las horas cruzan moribundas
el cuerpo apergaminado del día.
¿Cómo sobreviviremos
otra primavera sin flores,
otro cielo indiferente?
Caminamos sin saber a dónde
cargando el triste cadaver
de nuestros sueños...
Pero la vida es una inmensa paradoja
y apenas basta una sonrisa
para desterrar toda tristeza.
Sus ojos son como el hilo de Ariadna
que guía el alma a través del laberinto
de las emociones
y aunque el frío de los edificios
lo abarque todo
al pensar en ella las flores emergen,
cálidamente, en mi corazón.