Aquí, las risas no se han terminado,
ni los jardines, ni las rosas, ni las semillas,
Aquí las miradas de desamor siguen en paro,
Y las cartas furtivas envejecen el ceño.
Aquí, aquí no se ha terminado nada,
Ni el porvenir regalando torpezas,
Ni las salas de estar atemporales
con alfombra, chimenea y vino en el aire.
Aquí, sin tus ventanas y balcones
no han hecho falta las caminatas sin sur.
ni las historias de carácter taciturno,
ni las sombras colgadas en estas paredes memoriales.
Aquí, sin importar cuántos cuentos
me cuenten tantos desabridos besos,
sin importar los despechos invernales,
ni las cenas con salida de emergencia,
ni las caricias nacidas infructuosas,
ni la tinta de esta lanza,
ni el cansancio de mi libreta.
Sin importar todo lo que falte.
Nada se termina.
Nada se transforma.
Nada hace falta.
Nada se detiene.
Ni estas innecesarias ganas de invocarte
entre estas palabras.