Tuve que luchar mucho
con cuatro lunas y una serpiente
dentro de un bote destinado a lombrices
ingenuidades devastadas por el misterio de la duda
el sueño como emisión del sueño
dedicado a ígneas fugaces estrellas dormidas.
Se combaten en los techos alquitranados
o en las ventoleras existentes entre cristal y paredes,
un fuego como de violetas nuevas, un sueño
hecho columpio en la glotis.
Destruí un almohadillado afluente
un río que obtenía brillantes, una corporeidad
de secuencias neutras; mientras las parejas
deshacían su nudo de corbata, en los cines estropeados,
por una lluvia copiosa. Me encontré largos suicidios
que, como cabellos libres, saltaban de pared en pared;
inicié un frágil vuelo de cometas incendiados,
una huella sin secreto en el lascivo ajuar nocturno,
la caries de un húmedo labio-.
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